¿Tienes gases, hinchazón o dolor abdominal y no sabes de dónde vienen? No estás solo: hasta el 30 % de la población convive con molestias digestivas crónicas que alteran su día a día. Para empezar a despejar dudas conviene mirar al sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO) —conoce más aquí—, al síndrome del intestino irritable (SII) y a las intolerancias alimentarias, tres protagonistas habituales en las consultas de digestivo. Entender dónde se solapan y dónde se separan es clave para dejar de dar palos de ciego y recuperar tu bienestar.
Todas comparten síntomas como distensión abdominal, gases, diarrea, estreñimiento o dolor. El resultado es un “ruido digestivo” que despista tanto al paciente como, en ocasiones, al profesional no especializado. Sin embargo, la causa raíz y, por tanto, la terapia, son distintas. Ahí reside la necesidad de un diagnóstico fino.
SIBO: exceso de bacterias en el intestino delgado
En el SIBO prolifera flora que debería permanecer en el colon. Ese “desplazamiento” provoca fermentaciones prematuras de los alimentos, con generación de hidrógeno o metano que inflan literalmente el vientre.
- Causas principales: alteraciones en la motilidad (postcirugía, hipotiroidismo), secuelas de gastroenteritis, uso prolongado de inhibidores de bomba de protones o adhesiones postquirúrgicas.
- Síntomas distintivos: hinchazón explosiva a la media hora de comer, eructos con sabor ácido y posible pérdida de peso por malabsorción.
- Pruebas clave: test de hidrógeno-metano en aliento tras lactulosa o glucosa; en ciertos casos, aspirado yeyunal.
- Tratamiento: antibióticos no sistémicos (rifaximina, neomicina), dietas pobres en FODMAPs durante la fase aguda y abordaje de la causa motora con procinéticos o fisioterapia visceral. Reducir la carga bacteriana es imprescindible; solo la dieta no basta.
Colon irritable: el trastorno funcional más frecuente
El SII es un diagnóstico de exclusión, basado en los criterios Roma V. Se caracteriza por dolor abdominal recurrente al menos un día por semana asociado a cambios en la frecuencia o forma de las deposiciones.
- Causas: interacción compleja entre hipersensibilidad visceral, estrés crónico, disbiosis leve y alteración del eje intestino-cerebro.
- Síntomas distintivos: dolor que mejora tras evacuar, alternancia de diarrea y estreñimiento, y ausencia de malabsorción significativa.
- Pruebas clave: analítica básica, marcadores de inflamación (calprotectina) y, si hay alarma, colonoscopia.
- Tratamiento: alimentación baja en FODMAPs, probióticos específicos, antiespasmódicos, moduladores neuromotores (tricíclicos a dosis bajas) y manejo del estrés mediante terapia cognitivo-conductual o mindfulness. El antibiótico se reserva para SIBO confirmado.
Intolerancias alimentarias: la enzima es la protagonista
Aquí el intestino está sano, pero falta la enzima necesaria para metabolizar un componente de la dieta: lactasa para la lactosa, DAO para la histamina, aldolasa B para la fructosa, etc.
- Causas: genética, lesiones mucosas transitorias o interacciones farmacológicas.
- Síntomas distintivos: aparición sistemática tras ingerir el alimento problema y desaparición completa al excluirlo. No suele haber dolor constante, sino molestias leves a moderadas.
- Pruebas clave: test de aliento para lactosa o fructosa, medición plasmática de DAO, dietas de eliminación y reto controlado.
- Tratamiento: restricción selectiva –no dietas amplias–, enzimas sustitutivas y reintroducción gradual cuando la mucosa se recupera.
Cómo distinguirlos en la consulta
- Cronología de los síntomas: si tu hinchazón es inmediata tras la comida, piensa en SIBO; si es errática y ligada al estrés, SII; si ocurre sólo tras lácteos, lactosa.
- Respuesta a la dieta: mejoría parcial con FODMAPs apunta a SII; alivio completo sin gluten puede sugerir celiaquía latente.
- Signos de malabsorción: anemia, déficits de vitaminas liposolubles o pérdida de peso inclinan la balanza hacia SIBO.
- Análisis objetivo: un test de aliento positivo en 90 min para lactulosa refleja SIBO; un pico tardío >120 min es más típico de malabsorción colónica.
Tratamientos: coincidencias y matices
- SIBO: ciclo antibiótico + restauración motilidad + dieta temporal. Recaídas frecuentes exigen revisar factores anatómicos (divertículos, estenosis).
- SII: enfoque multidisciplinar –dieta, psicología, ejercicio–. El objetivo es modular la percepción del dolor, no erradicar una bacteria.
- Intolerancias: educación nutricional y, cuando procede, sustitución enzimática (lactasa, DAO). El espectro de alimentos se amplía según tolerancia.
En común comparten la necesidad de proteger la barrera intestinal: prebióticos suaves, probióticos bien seleccionados y reducción del ultraprocesado.
Cuándo acudir (o volver) al especialista
- Pérdida de peso involuntaria, anemia o fiebre.
- Diarrea nocturna o sangrado.
- Dolor que despierta de madrugada o empeora con el tiempo.
- Hinchazón que no mejora pese a dietas y tratamientos bien pautados.
No normalices el dolor: tu intestino siempre habla, y escucharlo a tiempo evita complicaciones.
La buena noticia es que la mayoría de los pacientes mejoran significativamente cuando identifican el origen exacto de sus molestias y siguen un plan individualizado. El primer paso es informarte y, sobre todo, pedir un diagnóstico guiado por pruebas, no por modas en redes sociales. Tu salud digestiva merece esa precisión: el intestino es tu “segundo cerebro” y condiciona tu energía, tu ánimo y hasta tu inmunidad.
Si te resuena alguna de las situaciones descritas, da el paso: agenda una valoración integral con un profesional en aparato digestivo y nutrición. Deja de resignarte y vuelve a disfrutar de las comidas, de los planes con amigos y, en definitiva, de una vida sin barreras digestivas.