El plantearse estudiar un grado en educación infantil es algo muy noble porque es querer formar parte del crecimiento y desarrollo integral de los más pequeños. Por supuesto, esto requiere de quienes van a ser maestros y compañeros de este viaje una total dedicación y de una formación exigente que garantice que cuentan con los conocimientos y estrategias necesarias para dar lo mejor de sí llegado el momento. Esto es lo que se puede encontrar en universidades comprometidas, como es el caso de la Universidad Internacional de Valencia (https://www.universidadviu.es/grado-educacion-infantil/). El propósito del Grado en Educación Infantil es la de capacitar profesionales a través de un aprendizaje en un contexto multilingüe (puesto que es lo que exige la sociedad actual) de la mano también de la última tecnología aplicada.

Estudiar educación infantil es ir un paso más allá, precisamente por el hecho de lo mucho que se puede influir en quienes se estén empezando a formar, debido a esto ha de exigirse siempre que la educación sea de la más alta calidad. Para esto, entre otras cosas, ha de atenderse a los siguientes aspectos:

  • Comprensión: Los grupos a quienes se les imparta docencia estarán formados por niños con diferentes inquietudes, dejándoles cierta autonomía para poco a poco descubrirse a sí mismos. Lo ideal, de hecho, es tratar de guiarles por ese camino, pero no coartar su libertad en ningún caso. Ésta es una asignatura que nunca debe quedar pendiente.
  • Trabajo guiado con autonomía: Los niños son eso, niños. Como tales tienen ciertos comportamientos que hay que limitar porque en clase deberán entender que hay una serie de normas a las que se deben ceñir. Pese a que esto es cierto no lo es menos el hecho de que hay que dejar que su autonomía se desarrolle. Prestar atención a sus inquietudes suele desembocar en tareas diferentes a las planeadas, pero igualmente válidas e interesantes.
  • Todos a uno: Una de las cosas que más caos siembra entre los niños es el contar con diferentes referentes que actúan de formas opuestas. Aunque cada profesor tenga su particular forma de enseñar no está de más el que todos se ciñan a unas mismas normas para que éstas se asienten de verdad en los menores.
  • Diversión: Hay un claro debate sobre si la educación es mejor con o sin libros y, como en casi todo, parece que lo más plausible es algo que quede a medio camino entre ambas opciones. Los niños, si se divierten, querrán más, prestarán más atención y acabarán por recordar todo aquello que se les enseñó. Si uno se limita a los temas marcados y a mandar deberes el hastío acaba por ser la opción más plausible.
  • Más allá de las clases: En casa también hay que dar un buen ejemplo debido a que los niños acaban por imitarlo todo y, por supuesto, hay que atender a la educación emocional. Un aspecto básico de su crecimiento también está en saber desenvolverse, en interactuar con otros y en descubrirse como persona. Si a un niño se le aporta confianza puede ser muy sorprendente el ver de qué son capaces.

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