Las cervezas artesanas son bebidas naturales, bajas en calorías, diuréticas y repletas de las propiedades que les conceden sus altas concentraciones de cereales malteados y lúpulos. Son ricas en magnesio (uno de los más de treinta minerales que aportan la cebada y el trigo) y ácido fólico, por lo que posee propiedades cardioprotectoras y ayuda en la prevención de la anemia.

Más allá de los procesos técnicos, hay dos características fundamentales que diferencian la filosofía de fabricación artesanal frente a la industrial: la búsqueda de nuevos matices y mejores recetas dentro de una variedad casi infinita de combinaciones, lejos de la típica “caña de rubia” (que suele ser una Pilsen); y el uso de materias primas de primera calidad. En una cerveza artesanal, lo prioritario es obtener la excelencia en cada pequeño lote, puesto que su volumen de producción es menor y la clave es competir en calidad, en sabor, cuerpo y aroma, y no en cantidad. En consecuencia, son cervezas más caras, pero también emplean en su fabricación más concentración y más variedades de maltas y lúpulos.

Del lúpulo obtiene precisamente sus propiedades protectoras para hígado y colon, debido a que este tubérculo cuenta con una alta concentración de xanthohumol, al que se asocian propiedades antitumorales. También resulta especialmente beneficioso su contenido en polifenoles, potentes antioxidantes que colaboran a la hora de frenar el envejecimiento celular. Entre las artesanas, las mayores concentraciones de lúpulos aparecen en las Indian Pale Ale, las American Pale Ale y sus variaciones.

La cerveza es una bebida especialmente indicada para aliviar los síntomas de la menopausia, ya que contiene fitoestrógenos derivados de la fermentación que ayudan a compensar la disminución en la producción de estrógenos naturales propia de esta etapa. Además, ayuda a mejorar la densidad ósea, gracias al silicio, que participa en la creación y la reparación ósea, y que según publicaba la Universidad de Tufts en un trabajo de 2009, aquellas personas que consumieron este tipo de cervezas con regularidad presentaban una mejor salud ósea.

Pero, seamos sinceros, no bebemos cerveza solo por sus beneficios para la salud, sino por su sabor amargo y refrescante, y la variedad es otra de las bondades de esta nueva revolución en el mundo de la producción artesanal del dorado líquido. El abanico de tipos y sabores no para de crecer y rompe con las tradicionales recetas que los maestros cerveceros custodiaban con celo para preservar la exclusividad y la pureza de su producto. Gran parte del mérito de este nuevo impulso transgresor recae sobre los hombros de dos daneses, Jeppe Jarnit-Bjergsø y Mikkel Borg-Bjergsø, de su búsqueda de lo diferente y su historia de rivalidad. Comenzaron trabajando juntos, pero sus personalidades no pudieron soportarlo y Jeppe se autoimpuso una apuesta de exilio que le ha salido bien, como demuestra que su marca Evil Twin, con sede en Brooklyn, sea una de las más valoradas por los expertos.

Cervezas artesanales

Mikkel sigue siendo uno de los mejores exponentes del “phantom brewing”, que consiste en aprovechar las instalaciones de otras cerveceras para dar rienda suelta a sus recetas en forma de micro-lotes (cada vez menos “micro”), y su marca Mikkeller puede fácilmente presentar más de 100 nuevos tipos al año, fiel reflejo de una personalidad apasionada y creativa. Su trabajo ha llegado hasta templos de la gastronomía como el Celler de Can Roca o Noma, restaurante este último con el que también colabora Jeppe como consultor de su carta de cervezas.

Además de los beneficios que las cervezas artesanas aportan a nuestra salud y nuestro paladar, el modelo de fabricación de pequeñas fábricas, que en muchas ocasiones realizan el embotellado y chapado de forma casi manual, avanza un paso más en la sostenibilidad y el compromiso. Es habitual que la filosofía de muchas de estas micro-cervecerías pase por el empleo de productos ecológicos, fruto del cultivo sostenible y materias primas procedentes que cumplen con las premisas del comercio justo.

Las cervezas artesanas son saludables (con moderación), divertidas y, además, más respetuosas con nuestro entorno; ¿por qué no darles una oportunidad?